En los tiempos que corren el pensar resulta difícil, imaginar pudiera estar entre lo utópico y aberrante, hablar pasaría por aburrido, amar sería inusual y fuera de contexto y filosofar ya no formaría parte del corpus mental y biológico inherente a casi todo ser humano que en pos de abrazar un tiempo que transcurre de manera inverosímil, fugaz y monótona para no pocos, jugar a ser arte, el buen arte, sin que lo tilden de loco, aburrido o sencillamente arcaico, constituiría una proeza sobre-humana, algo así como un “Men-Post-Reality“, en este sentido son muy pocos los que teniendo como referente más cercano la inquietante y polémica realidad se atrevería a realizar mapas, sitios, senderos, quimeras etc.,sin que se desprenda completamente de su contexto, otros como este creador se deciden a vagar sin temor a los asombros, quizás porque los conoce todos, o mejor aún, se los imagina y los recrea de una forma diferente.
Tal es así que: Uno de los primeros síntomas que respira el espectador frente a las obras de Javier Ampudia Pacheco (JAP) constituye la destreza de virtuosismo técnico y factura estética en las obras, algo verdaderamente sorprendente, pero sin lugar a dudas es solamente un guiño, una caricia fugaz de lo que en la mayoría de los casos se percibe, todo parece indicar que este bisoño creador ha consumido hasta la saciedad todo el fundamento desplegado por la semiótica del filósofo Umberto Eco, pasando por la pintura Daliniana hasta llegar a la canción trovadoresca de Varela, la picaresca del Guayabero con su doble sentido o sencillamente X Alfonzo.
En tal sentido y con la más absoluta evidencia de aterrizar una poética que se trasmuta desde una visión macro hasta la más cercana, terrenal, áspera, vibrante, dramática e utópica realidad llegan las obras de este creador que continúa impresionando con esta sui-generis, pero no única manera de narrar la vida y que tiene por resorte a una exquisita pintura de caballete.
Se hace evidente en la narración holística de las obras la imperiosa necesidad de dialogar teniendo como principal registro la cimentada y consolidada obra filosófica heideggeriana, pero que esta vez bifurcada del término tiempo y asumida por el creador con el verbo estar, que constituye un llamado a viva voz de la capacidad humana, entendida a su vez como biológica de mutar, metamorfosear, trasladar o imaginar lugares otros, sitios conocidos o desconocidos donde el único boleto constituirá el poder imaginativo y el deseo de una búsqueda quimérica, no se trata de un viaje extra-frontera ni una búsqueda material anhelada, la cuestión es navegar, vagar, extrapolar todo el referente retórico, kitsch y monótono a un mundo en que solo el placer de estar, se convierte en una carta de triunfo, es una invitación hacia todo ser humano a descubrir, re-descubrir o sencillamente explorar una realidad otra, no distante, muy cercana, solo encima de los hombros, es una pintura límite, riesgosa, que alerta, crítica, que se da el placer de sondear lo bordes limitantes de la más insospechada, arriesgada y precaria realidad, es un llamado a la quietud, con símbolos que aguardan su mayor riqueza por dentro como los seres humanos, pero que a su vez dan asilo visual y sociológico a otros elementos sensuales y sexuales a través del papel, complementando un staff de excelencia a la hora de trazar un mapa sensorial-emocional y espiritual de un sitio no apto para todos, donde los ingredientes serían convertirse en esponjas de quimeras y utopías, camuflajear la más cruda de las realidades con un talento primoroso y en cualquier campo del arte viajar, siempre viajar por el sendero insospechado de la inexplotable mente humana. Ya tenemos la receta, solo falta emprender el viaje, donde convencido estoy que este creador nos espera con un buen menú en su mano.
Lázaro Prieto González
Presidente Sección de Plástica (AHS)
Pinar del Río, Cuba