La exposición quedó inaugurada el viernes 2 de agosto del 2019, en la Galería de arte “Casa 8” del Fondo Cubano de Bienes Culturales, en la Ciudad de La Habana.
El Fondo Cubano de Bienes Culturales –FCBC- y La Unión de Escritores y Artistas de Cuba –UNEAC- de Pinar del Río, han concebido la exposición Cable a tierra con el objetivo de mostrar la obra de algunos artistas cuyos derroteros se inclinan en gran medida por dialogar con sus entornos y circunstancias. Esta premisa tan recurrente en el arte contemporáneo se evidencia en dichos artistas, más que desde la explícita cita, desde la poderosa metáfora y un tanto de afable humor. En sus obras, nuestro mundo de hoy -mezclado y contaminado por conflictos, delimitaciones, culturas…- y el ofrecimiento de luces para no ser devorados por la incomunicación o la pérdida de lucidez y memoria.
Javier Ampudia, quien se ha movido entre pintura e instalación en los últimos años, se encuentra en un momento de indagación sobre la memoria; la individual y la colectiva. A través de materiales y objetos propios de su herencia familiar y entorno cotidiano nos vincula directamente a sus experiencias y recuerdos. Al tiempo que objetos ordinarios de todos y de nadie que decide utilizar, nos permiten conectarnos y hacer nuestras, dichas vivencias. Los más diversos estados de ánimo y percepciones se multiplican frente a la impecable concepción de espacios, color e iluminación… ofreciendo confiables conexiones con trayectos ajenos, en pos de comprensiones socioculturales mayores.
Tamara Campo, quien a través del grabado –muy en particular las matrices- se ha acercado a temáticas sociales, antropológicas y religiosas, ha experimentado con otros soportes como la escultura, los enviroments y las instalaciones. Más bien la búsqueda del volumen, el trabajo con las luces y la creación de ambientes y estados de escucha, pasarían a ser medulares en sus trabajos recientes. En estos últimos años la artista se ha concentrado en las grandes dimensiones y la búsqueda de interactividad. La Marea, Simulador, El bosque y Blanco son algunas de las obras que ilustran su creación de espacios de intercambio y descubrimiento. No obstante, la sintetización de símbolos y la potenciación de la percepción, le incitan a buscar escenarios y alternativas de diálogo en función de señalamientos sobre estados materiales y espirituales, más allá de las pequeñas o grandes dimensiones, como en el caso de Testigos, donde materia, cotidianidad y circunstancias nos abren el infinito portal del tiempo.
La obra de Miguel Ángel Couret, caracterizada en gran medida por la deconstrucción y reconfiguración metafórica de planos cual circunstancias, en función de ciertos análisis sobre el estado de cosas, fenómenos, individuos y sistemas, sigue teniendo mucho de irónico y lúdico. Frente a nosotros símbolos asociados al camino, el trayecto, el ascenso y la permanencia… una vez más complejas opciones sobre decisiones y travesías… una vez más la seductora invitación al tránsito sin garantía que supone cualquier emprendimiento.
Michel GMG ha incursionado en diferentes géneros de las artes visuales. Desde la fotografía y sus más diversas búsquedas formales, el dibujo, la pintura, el grabado, la escultura, el diseño, el audiovisual… Símbolos culturales, constantes filosóficas y un serio conocimiento antropológico y psicológico de los seres y los entornos se muestran y respiran en cada imagen o pedazo de historia que nos cuenta. Nociones de identidad, tratamientos múltiples de elementos sociales –existenciales, éticos, épicos…- que habitan y regulan el inconsciente colectivo, la idea de lo individual y lo grupal manejada en diferentes circunstancias con atención a diferentes fenómenos y con un inteligente empleo de la metáfora… Su pieza no solo nos pone de nuevo frente a la historia, se suman a esta revisita histórica pulsada por nostalgias, las infinitas posibilidades provocadas por la imagen y sus potencialidades para crear nuevas y complejas realidades.
Las creaciones de Lázaro Prieto están relacionadas con cierta vocación performática y con una especie de registro fotográfico de dichas acciones. En cualquier caso, la intensión escenográfica es igual de perceptible, la conformación de entornos que potencien situaciones o estados, más que la imagen fortuita. En la fotografía como en el resto de sus propuestas, emergen necesidades de tránsito, búsqueda y retorno. No es la contemplación llana lo que le anima, es más bien la urgencia de participación bilateral. Y las últimas piezas se han tornado más cuestionadoras y exigentes para el intercambio. Cientos de reclamos pueden oírse desde el silencio de sus piezas, y la inquietud nos obliga a participar y nos llega hasta a incomodar después de profundas revisiones sobre consciencia, participación y responsabilidad social.
Enrique Rosell, quien ha incursionado en la fotografía, la escultura y la instalación. Nos regala siempre obras que desde la profunda concepción del diseño comparten toda clase de juicios y prejuicios humanos sobre las más diversas actitudes morales y sociales. Cosificando personas o animando objetos, logra imponernos la asunción de nociones básicas para nuestra subsistencia, que de cotidianas apenas resolvemos o pensamos a largo plazo, y que definen no solo lapsos problemáticos únicos, sino estados futuros permanentes.
Aquímides Lores –Nelo- se despliega constantemente en un ejercicio de total libertad, creando una mezcla de imágenes nítidas y vagas de ciudades, universos y dimensiones que parecieran simular circunstancias reales y virtuales o fantásticas, paralelas a las nuestras. Cuerpos y edificios fundidos en el espíritu dinámico, confuso, convulso y globalizado de la contemporaneidad. Cual oráculo poseído por el espíritu de su tiempo, Nelo traduce los impulsos y latidos de su villa y su cosmos.
Israel Naranjo, quien se ha caracterizado por un discurso cuestionador, irónico, paródico y lúdico, vuelve a regalarnos sus impresiones sobre ciertas proyecciones humanas en materia de comunicación y eticidad. Aquí, más que para apuntar sobre ambiciones, inactividades, frustraciones y apatías, se concentra en ciertas búsquedas relacionadas con la identidad, la consciencia y la plenitud existencial. Retoma en esta pieza sus juegos con la Historia, con los modos de sembrar en el inconsciente colectivo y con la responsabilidad de enarbolar posturas, definiciones y autodefiniciones en pos de descubrimientos y sostenibilidad de esencias humanas y culturales, desde lo individual, lo colectivo y lo cívico.
Mientras que Juan Carlos Rodríguez, quien siempre se ha preocupado por los ciclos naturales de existencia de vida y recurrencia de fenómenos, viene indagando desde hace décadas no solo en los presupuestos filosóficos, psicológicos y biológicos del ser humano, sino en los múltiples datos que nutren cada ente o suceso desde la memoria. Y esta obra viene siendo una especie de libro que recoge sus esencias desde lo más primigenio. Cada elemento, detalle, material y símbolo se encuentra conectado a su pasado y presente, advirtiendo indefectiblemente su futuro y revelando increíblemente su espíritu.
Nueve artistas dialogando con su civilización, su ciudad, su gente y su verdad, durante agosto y septiembre en #Casa8GaleríadeArte, Ciudad de La Habana.
Página web que habla del evento:
http://www.trabajadores.cu/20190730/cable-a-tierra-en-casa-8/
http://www.lajiribilla.cu/noticias/haciendo-tierra-en-casa-8